RICO, ELEGANTE Y FAMOSO
Un buen ejemplo para las FARC
Antonio José Navarro Wolff, Ingeniero Sanitario
y Político pastuso, en sus años mozos guerrillero del M 19, por su astucia,
sangre fría y buena puntería, llegó a ser el segundo comandante de la
organización armada que azotó al país durante casi cinco lustros. Junto con
Petro, el actual alcalde de la Capital de la República, y otros miembros de la
organización subversiva, protagonizaron, si no en forma personal, sí en la logística y la
dirección de la toma del Palacio de Justicia, que termino el 7 de noviembre de
1985, con la inmolación de inocentes funcionarios de la justicia, entre
los cuales se encontraba nuestro querido y admirado magistrado Alfonso Reyes
Echandía. Después de la entrega de armas, y tras el proceso de desmovilización,
Navarro, como muchos de sus compañeros
de aventura, ha venido disfrutando de
los gajes qué ofrece nuestra democracia a quienes se alzan en armas en contra
de las instituciones legítimamente constituidas. Constituyente en 1991, Ministro
de Salud, Alcalde de Pasto, Representante a la Cámara, Senador, candidato a la
Presidencia de la República, Secretario de Gobierno de la administración de
Petro y hoy vocero del Movimiento Progresistas. La única herida que ha sufrido
este ilustre pastuso fue a raíz de la explosión de un Briket en un restaurante, lo que le ocasiona
de vez en cuando un tenue dolor en una de sus piernas. Hoy goza de perfecta
salud; está bien acomodado económicamente, tiene tres cirugías estéticas,
diseño de sonrisa, pata de caoba, y es uno de los colombianos mejor vestidos. Navarro se moviliza
actualmente en tres camionetas blindadas, con diez ex compañeros de
guerrilla que lo cuidan con sueldo del
Estado, está pensionado, es al único colombiano al que Colpensiones le tramitó
su Pensión en un tiempo razonable. En fin, vida de privilegio por solo unos
momentos de cordura, sensatez y decencia. Este es el ejemplo, para las Farc y
los otros, de lo extremadamente generosa
que ha sido Colombia con los que entregan las armas. Pero, sin entrega de armas, es demencial pensar en cualquier
trato con los actores de la violencia. Se pueden hasta quedar con toda la platica y hasta con sus no muy santos
negocios… pero con las armas nunca;
ellas son monopolio del Estado en
cualquier sociedad civilizada.
Luis Fernando Herrán Méndez