GESTOS DE BUENA VOLUNTAD?
Por: Luis Fernando Herrán Méndez
Será que es político, oportuno, prudente, o se volvió una costumbre que los Presidentes de Colombia, le hagan propuestas a los grupos guerrilleros  para que den demostraciones de buena voluntad para iniciar el tan anhelado proceso de paz en nuestra sufrida Colombia. Mis contemporáneos colombianos  hemos escuchado esa misma suplica, llamamiento, exhortación o como quiera llamarse  desde tiempos de Darío Echandía, Lleras Camargo, Guillermo León Valencia, etc., sin ningún resultado. Creo que el Presidente Santos, en una ceremonia oficial de conmemoración de nuestra independencia, hace este llamamiento a las Farc y al Eln, por que hay que hacerlos, es político o quien sabe por que razón y no porque este convencido de ser escuchado por los grupos insurgentes. No lo hicieron cuando eran grupos inspirados en una ideología, unos principios y con un gran respaldo popular que les garantizaba un transito exitoso a la vida política del país para convertirse en un partido político legal. Las Farc hacen unos supuestos actos humanitarios, que nadie les cree, nos han devuelto unos pocos secuestrados a cuenta gotas para darse publicidad, recuperar imagen internacional, para ayudar electoralmente a Teodoro Piedad Córdoba, para ganar tiempo o despejar zonas para su comercio, pero no con el propósito de iniciar un camino hacia la paz. Los incipientes gestos reconciliadores de la guerrilla se ven totalmente borrados y olvidados con el cobarde asesinato en cautiverio de tantos hombres y mujeres de bien, con el reclutamiento forzoso, con el reclutamiento de niños como carne de cañón, con la muerte de ciudadanos indefensos usados como escudos humanos.
Quiero creer que es político hacer el llamado, quiero creer que es prudente o para no perder la costumbre y no porque Santos  realmente esté convencido que el mensaje sea escuchado por quienes han dado frecuentes y claras manifestaciones de no importarles el camino de la paz, por más muelle y cómodo que el presidente de turno se lo ponga.
Asumo que  es protocolario incluir tal llamado en el discurso del 20 de Julio (no leer veintejuliero, por favor) y que a nuestro presidente no se le está entibiando el huevito, el de paz, que le heredo su antecesor.
Cualquier grupo que trafica veneno para la juventud, recluta niños para la guerra como carne de cañón, que secuestra ciudadanos indefensos todos los días,  que extorsiona campesinos, que destruye pueblos enteros, que  no tiene ideología, que ha desmembrado, incapacitado y muerto a humildes soldados y campesinos de la patria con bombas anti personas o quiébralas, un grupo que odia los gringos pero que adora al dios dólar colocado en paraísos fiscales y en inversiones locales y en el extranjero, señor Presidente, nunca se va a convertir en un partido político.  
Doctor Juan Manuel Santos su misión es cuidar el Huevito, el de la Paz, para que no se le ponga huero, se le entibie y mucho menos que se le ponga duro. Si no llegan solos no los llame, el estado colombiano ha hecho todo lo posible y no ha sido escuchado. Fortalezca la seguridad democrática y la seguridad social lo demás debe llegar por añadidura.

SIMON BOLIVAR
24 de Julio de 1783 – 17 de Diciembre de 1830

“Todo lo nuestro viene de tu vida apagada,
Tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios.
Tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre
Capitán, combatiente, donde una boca
grita libertad, donde un oído escucha,
donde un soldado rojo rompe una frente parda,
donde un laurel de libres, brota, donde una nueva
bandera se adorna con la sangre de insigne autora,
Bolívar, Capitán, se divisa tu rostro”
Pablo Neruda

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco nació en Caracas el 24 de Julio de 1783, fueron sus padres Don Juan Vicente Bolívar y Ponte y Doña María de la Concepción Palacios y Blanco.  Bolívar  vio por primera vez la luz en una casa solariega ubicada en la Plaza San Jacinto de Caracas y fue bautizado el 30 de julio de 1783 en la Catedral de Caracas por el doctor Juan Félix Jerez Aristeguieta, su primo hermano quien, de acuerdo con don Juan Vicente, padre del niño, le puso el nombre de Simón.  En enero de 1786, cuando Simón contaba dos años de edad, su padre murió de tuberculosis, y así doña Concepción quedó como cabeza de familia, velando eficientemente por los intereses de la familia hasta su muerte. Concepción murió el 6 de julio de 1792, cuando Simón tenía nueve años.

“Dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto.”                                        
Simón Bolívar
Lanzamiento del El Tren de Montelíbano 
de Luz Stella Rivera Espinosa 
El próximo 15 de julio tendrá lugar desde las 6:30pm., en la Biblioteca Darío Echandía uno de los lanzamientos de libros más esperados por la comunidad ibaguereña como es el libro El Tren de Montelíbano, el cual resultó segundo finalista en el prestigioso concurso El Barco de Vapor de la Biblioteca Luis Ángel Arango y cuya autora es la maestra de español y literatura Luz Stella Rivera Espinosa. 

LLEGARON LOS VENEZOLANOS
La migración de venezolanos hacia Colombia está disparada y ya se hacen sentir en la industria petrolera, el comercio, la cultura y la farándula.
"El mejor presidente que ha tenido Colombia es Hugo Chávez -dice una venezolana de la más refinada élite de Caracas, que decidió mudarse a Bogotá-. Gracias a él, la mayoría de venezolanos bien preparados y con dinero para invertir están hoy aquí".
Y es verdad. La presencia de los venezolanos en Colombia, y en particular en Bogotá, ha dejado de ser una simple curiosidad, para convertirse en un fenómeno. Y aunque muchos colombianos pueden no haberse percatado, lo que está ocurriendo es interesante porque se trata de uno de los pocos casos de migración de alto impacto para Colombia en sus dos siglos de historia republicana.
El éxodo tuvo un primer quiebre pronunciado a partir de 2005, cuando comenzaron a llegar los expertos del petróleo que habían sido despedidos en masa, sin misericordia, de Pdvsa. Pero en realidad, el momento cumbre ha sido 2011, pues cada día hábil el DAS está entregando en promedio 46 cédulas de extranjería a venezolanos para vivir en Colombia.
A pesar de tratarse de una diáspora de apenas cinco años, hay que decir que ya ha dejado una huella significativa en la estructura del país. Y tiene que ver con que un puñado de los cerebros fugados de Pdvsa han sido los protagonistas del boom petrolero de los últimos años en Colombia.
Pero los venezolanos no solo se han metido en el corazón de la economía. La semana pasada se estrenaron las dos nuevas grandes superproducciones de Caracol y RCN, y en las dos aparecieron venezolanos en papeles destacados: en La bruja, Gledys Ibarra es 'la Negra', y en El Joe, Andrés Suárez es Francisco Vergara. Por citar apenas un ejemplo.
En cualquier sector al que se mire hay un venezolano. Desde los más exclusivos, como las galerías de arte, hasta otros más populares, como son los espectáculos musicales o de humor. La galería La Cometa expuso hace un par de meses al venezolano Carlos Cruz Díez, uno de los maestros del arte óptico en el mundo, y vendió las 41 obras por precios hasta de 120.000 euros. "La mitad de las obras fueron compradas por venezolanos. Estoy feliz con ellos", dice Esteban Jaramillo, el dueño de la galería. Y en lo que va corrido del año se han presentado, por lo menos uno cada mes, espectáculos con artistas venezolanos.. Yordano, tal vez el más conocido en Colombia, ya ha dado dos conciertos este año en Bogotá. Una cuenta de Twitter que se llama Venezolanos en Bogotá, con casi 7.000 seguidores, ayuda a poner en contacto a la colonia.
Los venezolanos también se han colado en la vida diaria de los colombianos. Como las tiendas de productos para la salud Locatel y Farmatodo, cuya franquicia fue traída por ellos. O restaurantes y cafés como Piccola Venezia, Ciboulette, Positano, Budare's, la Arepería Venezolana, Pan Sueko y Andrea's, por mencionar solo algunos, recién montados por venezolanos. Una revista, El Librero, hecha en Bogotá por el reconocido periodista Sergio Dabhar, ex director adjunto del diario El Nacional de Caracas. Y hasta un miembro de la Academia de la Lengua del vecino país, Rafael Arráiz Lucca, que ahora es profesor universitario en Colombia.
La primera oleada: el factor P
Esta nueva migración es además interesante porque hasta hace unos años a pocos venezolanos -por no decir a ninguno- se les ocurría poner sus ojos en Colombia. Por el contrario, había una evidente animadversión. "El venezolano no veía a Colombia como una opción de turismo o de inversión. A Venezuela nos llegó lo peor de lo peor: colombianos indocumentados, sin preparación y buscando empleo", explica la venezolana.
¿Qué fue entonces lo que les hizo cambiar de opinión? En un primer momento, sobre todo las clases media y alta, que huían de Chávez, buscaron refugio en Miami. Pero a partir de 2005 los petroleros comenzaron a abrir la puerta.
Todo comenzó cuando a finales de 2002 los trabajadores de Pdvsa se unieron en un paro para pedir la renuncia del presidente Hugo Chávez. Fue uno de los episodios más críticos de la ya larga estancia de Chávez en el poder. Las pérdidas se calcularon en más de diez mil millones de dólares y el presidente, ni corto ni perezoso, despidió de manera fulminante a unos 18.000 empleados, incluidos los que habían llevado a la petrolera a ser la tercera más grande del mundo.
Todos esos cerebros, cargados de experiencia, buscaron otros mercados. Y fue así como llegaron a Colombia, primero Luis Giusti (presidente de Pdvsa 1994-1999), luego Ronald Pantin (el segundo de la petrolera hasta 2000) y Humberto Calderón Berti (quien había sido presidente de Pdvsa, canciller de Venezuela y presidente de la OPEP). Ellos crearon las tres firmas que han sacudido el mundo de los hidrocarburos en Colombia: Pacific Rubiales, Alange y Vectra.
Entre ellas tres producen hoy un buen pedazo del crudo del país. Pero lo más importante es que han sido protagonistas de primera línea del crecimiento de la industria del petróleo en Colombia, que, según informó el gobierno esta semana, está a unos cuantos barriles de producir el millón diario.
Los tres petroleros, consultados por SEMANA, coinciden en que llegaron a Colombia por el cambio del modelo petrolero en el país cuando se creó la Agencia Nacional de Hidrocarburos y se dieron condiciones favorables para los inversionistas. Con ellos se vino una camada de ingenieros, geofísicos y todo tipo de científicos bien calificados. En los datos de inmigración se nota el primer gran salto en 2004, cuando los venezolanos crearon la primera compañía, en ese entonces Pacific Stratus (ver gráfica). "Según informaciones que me llegan, pueden estar laborando en este país cerca de 1.300 petroleros venezolanos", dijo Luis Giusti a esta revista.
Tres años después compraron Petro Rubiales, en 2008 fusionaron las dos compañías y ahí nació Pacific Rubiales. Para dar una idea de la dinámica que le imprimieron los vecinos venezolanos al negocio del petróleo, basta escuchar lo que dice Pantin, presidente de Pacific Rubiales: "Cuando llegamos, en 2007, la compañía producía 24.000 barriles y para finales de este año estaremos en 275.000. Colombia producía 560.000 barriles por día y hoy produce un poco más de 900.000".
Y Humberto Calderón, presidente de Vetra, agrega: "Colombia tardaría muchísimos años en formar el capital humano que ha llegado. Para formar un buen ingeniero de petróleos se requieren 15 o 20 años, y los que llegaron a Colombia son personas con 30 o más años de experiencia".
Sin duda, gracias a los petroleros, se corrió la voz en Caracas de que Colombia era un buen puerto.
La segunda oleada: ¡a salvar la plata!
Sin embargo, el quiebre más pronunciado en el éxodo se ha dado en los últimos meses (ver gráfica). Mientras en 2004 se daban cada semana dos cédulas de extranjería a venezolanos, el promedio en 2010 fue de 162 a la semana y en lo que va de 2011 la cifra ya llegó a 230.
Si en la primera oleada llegaron a Bogotá expertos del petróleo por el despido inclemente de Hugo Chávez, en la segunda fase fue toda la burguesía que había aguantado la que huyó despavorida. "Burguesía apátrida (…) me han declarado la guerra económica. Pues me declaro en guerra económica", dijo en junio del año pasado. "Vamos a ver quién puede más: si ustedes, burgueses de pacotilla, burgueses sin patria, o nosotros", les espetó.
Entusiasmado con ese grito de batalla, Chávez primero eliminó el dólar paralelo o 'cambio permuta', lo cual hizo mucho más difícil el acceso de la gente a las divisas que necesitaban para hacer negocios o para tener sus ahorros a salvo, teniendo en cuenta que estaban viviendo con una inflación del 30 por ciento. Y después, en diciembre, confiscó a empresarios seis conjuntos residenciales que estaban en construcción y ocho más los puso en suspenso.
Por eso no es extraño que desde entonces se haya destapado un particular interés de los venezolanos por hacer negocios en Colombia. Vienen a abrir restaurantes, a instalar negocios, a comprar finca raíz. Lo que les importa es salvar el dinero que les queda.
Y por eso también los que aterrizan en Bogotá son miembros de la más refinada burguesía venezolana. Apellidos como Oteiza, Pocaterra, Priange, Machado, Mussi, Cohen, Mishaan y otros que han sido presidentes, ministros, de la banca, la bolsa, el arte o destacados intelectuales de ese país. Aunque, advierte una de ellos, "en Colombia no están los potentados, sino los hijos de los potentados".
Prueba de ello es que en la ciudad amurallada de Cartagena, por ejemplo, venezolanos han comprado cinco mansiones antiguas, así como uno de los mejores hoteles boutique.
Camilo Herrera, gerente de la firma de consultoría Raddar, le dijo a la revista Dinero que en la historia de su compañía no había tenido tantos pedidos como los que ha recibido desde octubre de 2010. "Hemos tenido requerimientos de al menos 15 compañías o inversionistas venezolanos interesados en estudios de mercado y consultoría".
El mismo frenesí se ha sentido en el sector inmobiliario. Una alianza de las principales constructoras de Colombia, que se llama Casa Propia Colombia G-5, y la página web mudateacolombia.com han hecho solo en este año cuatro ferias en Venezuela. Y también se creó ya un bufete de abogados binacional, Arciniegas, Briceño y Plana, que pretende ayudarles a inversionistas venezolanos a establecerse en Colombia.
La situación ha llegado a tal punto que la principal empresa de alimentos de Venezuela, Polar, a pesar de tener su casa matriz en el país vecino, exporta desde Colombia. En los últimos meses han llegado o han anunciado que van a llegar a Colombia el grupo Dipromuro (concesionarios de vehículos), Ovejita (una tradicional marca de ropa), Proseín (multinacional de remodelación) y Valmy (cosméticos), entre otros. Todos para poner plantas de producción o tiendas. De todas maneras, las cosas no son fáciles para todos. Algunos, como los del café Cotti, no han resistido y han cerrado.
Estamos sin duda en medio de un fenómeno nuevo en Colombia. El éxodo de personas de otras nacionalidades no ha sido común en nuestro país. Las grandes migraciones fueron las de españoles y afros en la Conquista. Y las de árabes -sirios, libaneses y palestinos- a finales del siglo XIX. Las demás han sido de menor tamaño, de manera que apenas si han llegado a convertirse en colonias que pueden tener un impacto en localidades, pero no llegan a permear a la sociedad. ¿Hasta dónde llegarán los venezolanos?
VENEZUELA SANGRA...
Y no me preguntes lo que debes hacer, dime lo que estás haciendo por tu patria...
Somos la magia del verbo...
Somos tinta indeleble vertida en la sangre de un pueblo.

LA TEORIA DE LAS VENTANAS ROTAS

Excelente reflexión que nos permite ir un poco mas allá,  mas en profundidad, reparando  las "ventanas rotas" que llevamos al interior: frustraciones, resentimientos, preocupaciones, negativismo, etc, que finalmente son las que nos hacen correspondientes con la realidad externa. Lo que vemos afuera de nosotros no es mas que un reflejo de lo que pensamos (física cuántica: somos co-creadores de nuestra propia vida).

 “La teoría de las ventanas rotas”

En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Philip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser bandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron. Encambio el auto abandonado en Palo Alto
se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de izquierda).

Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores decidieron romper un
vidrio del automóvil de Palo Alto, California. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx de Nueva York y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología, el comportamiento humano y con las relaciones sociales.

Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que todo vale nada. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas rotas', misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las
zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son  mayores.

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás.

Si una comunidad exhibe signos de deterioro, y esto es algo que parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen 'esas pequeñas faltas' como estacionarse en lugar prohibido,
exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja y estas pequeñas faltas no son sancionadas, entonces comenzarán a desarrollarse faltas  mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si los parques y otros espacios públicos son deteriorados progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios
abandonados por la gente serán progresivamente ocupados por los delincuentes.

La respuesta de los estudiosos fue más contundente aun, indicando que el entorno., ante el descuido y el desorden, crecen muchos males sociales y se degenera.

Tan solo vea un ejemplo en casa: si un padre de familia deja que su casa tenga algunos desperfectos, como falta de pintura de las paredes en mal estado, malos hábitos de limpieza, malos hábitos alimenticios, malas palabras, malos tratos,  falta de respeto entre los miembros del núcleo familiar, etc., etc., etc., entonces poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones interpersonales de los familiares y comenzarán a crear malas relaciones con la sociedad en general y quizá algún día llegarán a caer  en prisión.

Esa puede ser una hipótesis de la descomposición de la sociedad colombiana, la falta de apego a los valores universales, la falta de respeto de la sociedad entre sí, y hacia las autoridades (extorsión y
soborno) y viceversa, la corrupción en todos los niveles, la falta de educación y formación de cultura urbana y la falta de oportunidades, ha generado un país con ventanas rotas, con muchas ventanas rotas y nadie parece estar dispuesto a repararlas.

La solución a este problema yo no la tengo estimado lector, pero he comenzado a reparar las ventanas de mi casa, estoy tratando de mejorar los hábitos alimenticios de mi familia, le he pedido a todos los miembros de la familia que evitemos decir malas palabras delante de nuestros hijos, también hemos acordado no mentir, ni siquiera mentiras pequeñas, porque no hay mentiras pequeñas, ni grandes, una mentira es una mentira y punto, hemos acordado aceptar las consecuencias de nuestros actos con valor y responsabilidad, pero sobre todo dar una buena dosis de educación a nuestros hijos, también hemos comenzado a mantener muy limpia y ordenada nuestra casa, con especial cuidado en el frente exterior, con esto espero comenzar a cambiar en algo lo que antes hubiera hecho mal, he soñado que los míos
algún día repitan esto el día de mañana, con la finalidad de que los hijos de mis hijos, o los nietos de mis hijos vean algún día, una nueva ciudad y un nuevo país sin ventanas rotas.