Publicada por: ALBERTO BEJARANO AVILA
LA HISTORIA DE LOS COLORES
Relatos del Viejo Antonio 
Selección y adaptación, Julia Pacheco.
El viejo Antonio señala que una guacamaya que cruza la tarde.  “Mira”, dice.  Yo miro ese hiriente rayo de colores y digo “parece mentira tantos colores para un solo pájaro”.
“No era así antes, la guacamaya –empieza a narrar el viejo Antonio mientras forma un nuevo cigarro- ¿Acaso tenía colores? Puro gris era.  Sus plumas eran rabonas como gallina mojada. Los dioses se despertaron de un largo sueño y empezaron a pelear, que eran muy peleoneros estos dioses, no como los primeros siete, que siempre sacaban acuerdo.  Y peleaban los dioses porque estaban aburridos pues sólo había dos colores. Uno era le negro, que mandaba la noche y el otro era el blanco que caminaba en el día y el tercero no era color, era el gris que pintaba tardes y madrugadas para que no brincaran tan duro el negro y el blanco.
Después de tanto pelear, como también eran sabios, dieron en ponerse de acuerdo y sacar más colores para alegrarse ellos y alegrar a los hombres y mujeres murciélago. Reunidos, todos se dieron a pensar cómo hacer más variados los colores.  Uno de ellos dio en pasearse de un lado para otro y tan pensativo estaba que no vio por dónde caminaba y se tropezó con una piedra y se golpeó la cabeza. El dios se puso a llorar un buen rato, pero luego se queda mirando la sangre y ve que tiene otro color distinto al negro y al blanco y fue corriendo a donde estaban los demás dioses y les mostró el color nuevo, “colorado” le pusieron a ese color.
Después, un dios quería un color para pintar la esperanza y lo encontró “verde” le pusieron a ese color. Otro dios empezó a rasguñar la tierra y le preguntaron ¿qué busca? “Busco el corazón de la tierra”, respondió mientras aventaba tierra para todos los lados.  Al rato lo encontró, y mostró el corazón de la tierra a sus compañeros los dioses, “café” le pusieron a ese color.  Otro dios se fue para arriba “voy a ver de qué color es el mundo” dijo y se dio a trepar y trepar hasta bien arriba y vio el color del mundo, pero no sabía cómo describirlo a los demás, así que se quedó fijamente mirando hasta que quedó ciego, el color nuevo se le había pegado a su mirada.  “en mis ojos trigo el color del mundo dijo después de caminar a tropezones el largo trecho hasta donde los dioses.  “Azul” le pusieron a ese color.
Para entonces, los dioses estaban ya cansados y se fueron a tomar pozol y dejaron los colores dentro de una cajita debajo de una ceiba. La cajita no estaba bien cerrada y los colores se salieron y empezaron a bailar y a juntarse y salieron otros colores y la ceiba los cobijó para que la lluvia no los borrara.  Cuando los dioses despertaron fueron y vieron lo que había sucedido en la ceiba y contentos le dijeron: Tu pariste los colores, tu cuidarás el mundo y desde tu cabeza lo pintaremos todo de colores. Y se subieron a la ceiba y desde su copa empezaron a aventar colores, así no más, y el azul se quedó parte en el agua y parte en el cielo y el verde les cayó a los árboles y plantas y el café que era el más pesado se cayó en la tierra y el amarillo, que era una risa de niño voló hasta pintar el sol y el rojo entró por la boca de hombres y animales y los pintó por dentro, pero con el relajo que había caían colores por todos los lados y distintos colores salpicaron a los hombres y por eso hay hombres de distintos colores y de distintos pensamientos.
Pero como ya estaban tan cansados los dioses y se querían ir a dormir decidieron guardar los colores en alguna parte y vieron una guacamaya y la agarraron y le pusieron encima todos los colores y le alargaron las plumas para que cupieran todos, y así fue como la guacamaya se quedó con los colores, y los anda paseando por ahí, por si a los hombres se les olvida que muchos son los colores y que cada uno tiene su lugar.